CHILECITO- LA RIOJA
Por Jesus Matías Filomeno Ocampo desde La Plata
En el Boletín Oficial de la Provincia de La Rioja se publica la Ley Nº 3238 sancionada el 10/09/1973 que dispone declarar de interés prioritario para la provincia la puesta en marcha y explotación de la Mina “EL ORO”, “LA MEJICANA” y otros yacimientos del área y que la explotación estará a cargo de un Organismo Estatal a crearse, que llevará las siglas YA-ME-RI (Yacimientos Metalíferos Riojanos). El 6/12/1991, Herrera, gobernador riojano en ejercicio, en presencia del gobernador electo Arnaudo, presentó al Secretario Maza que anunció el llamado a licitación nacional e internacional para la exploración y explotación de un área de 52 kilómetros cuadrados del Nevado del Famatina, cuyos derechos mineros pertenecen a Yacimientos Mineros Riojanos Sociedad de Economía Mixta (YAMIRI SEM) constituida con participación mayoritaria del Estado de Provincial. La minería en La Rioja es una historia de mentiras y fracasos.
El 16/11/2004 el Diario Nueva Rioja informa: “Importante paso para la reactivación minera en la provincia. La empresa Barrick invertirá 10 millones de dólares en Famatina”. En ese momento comienzan las mentiras. El representante de la Barrick, Ramón Araneda, dice que la comunidad de la zona se verá beneficiada y que su empresa tiene “gran interés en mantener la reputación de ser una compañía que opera con estándares internacionales de medioambiente”. Por esos días, el periodista riojano Ricardo Gaitán, en un artículo publicado en el Diario El Independiente, advierte ya sobre las graves consecuencias de la contaminación con cianuro que produce la explotación minera a cielo abierto.
Los pueblos de Famatina y Chilecito se oponen enérgicamente a estos proyectos mineros con claros e indiscutibles fundamentos: 1) saqueo, 2) contaminación y 3) destrucción territorial. La oposición se extiende por toda la provincia y nacen en ciudades, pueblos y parajes, las Asambleas Ciudadanas, organizaciones horizontales sin partidismos políticos, sin pertenencias religiosas, sin distinciones sociales ni laborales, financiadas con el aporte voluntario de sus integrantes, con un único objetivo: EL FAMATINA NO SE TOCA.
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Imagen: La Nación
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